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París, entre el cielo y la tierra

Una historia de amor

Imprescindible

*Enamorarse una y mil veces en el barrio de Montmartre.

*Recargar las pilas en uno de los cómodos alojamientos de www.all-paris-apartments.com

 

*Pasear a orillas del Sena al atardecer.

 

*Visitar la Basílica del Sagrado Corazón (Sacre coeur) y subir a su cúpula para contemplar una de las vistas más representativas de París.   www.sacre-coeur-montmartre.com

*Recorrer cada rincón del Museo del Louvre hasta quedar agotados de tanta belleza.

 

*Descubrir el Sena no solo desde tierra, sino también a bordo de unos de sus muchos bateaux.

*Redescubrir la Historia con la tumba del Emperador, Napoleón, en el Palacio Saint-Louis-des-Invalides.

 

*Contemplar la Tour Effiel desde todas las perspectivas y encaramarse a sus alturas.

*Sentir cómo las gárgolas de la Catedral de Notre Dam parecieran recobrar vida con su mirada atenta sobre la capital del amor.

*Recordar a los protagonistas de Los amantes de Pont Neuf (Juliette Binoche y Denis Lavan), cruzando el puente más antiguo de París.

*Inventarse historias de otros tiempos frente a las puertas del mítico Mouline Rouge.

 

*Caminar por los Campos Elíseos.

 

*Ver anochecer desde la Torre de Montparnasse, desde sus 210 m, mientras el sol se esconde en París.

*Disfrutar de la panorámica desde el Puente de Alejandro III y dejarse acariciar por los últimos rayos de sol, mientras se contempla la ciudad.

 

*Ver cómo la Tour Effiel se tiñe de rojo desde los jardines de Trocádero al caer el sol.

 

*Sentir la grandeza del Arco del Triunfo y subir a sus alturas para contemplar desde arriba los Campos Elíseos y el ir y venir de parisinos y turistas.

 

*Pasear por el barrio Latino, aunque hoy día se ha convertido en un sucedáneo de su gloria en otra época, sacudido por las hordas de turistas, restaurantes y locales a uno y otro lado.

 

*Tumbarse en los jardines de Luxemburgo mientras se disfruta de una verdadera tarde parisina.

 

*Disfrutar del París noctámbulo que parece no dormir nunca con sus mil ofertas de ocio.

 

*Pasear por la ciudad mientras las luces se encienden para crear ese ambiente misterioso de la eterna ciudad del amor.

Enlaces de interés
Si tuviera que contar las veces que he vuelto a París, creo que no tendría memoria suficiente para enumerar todas ellas, pero lo que sin duda sí podría hacer es recordar cada una de las sensaciones vividas en la "ciudad del amor".

 

El primer contacto, la primera historia no fue ni siquiera voluntaria. A pesar de que en mi imaginario había recorrido los rincones parisinos una y mil veces a través de las secuencias del celuloide, de imágenes de amigos y de libros leídos una y otra vez, mi primera visita no estuvo programada por mí.
 
 
Con una historia más propia de quienes buscan el amor en los barrios más bohemios de París; esa vez, yo ni siquiera podía imaginar que mi destino sería la capital francesa, tantas veces soñada. Era viernes, a medio día, y en la emisora  sonó el teléfono, al otro lado una voz conocida cantaba como música para mis oídos “cuando salgas del trabajo ve directamente al aeropuerto, te espero allí con tu mochila”. Yo solo alcancé a preguntar “¿dónde vamos?”, pero no hubo respuesta.

 

Al llegar a Barajas, entre los nervios y la excitación por saber cuál sería el destino, me vendaron los ojos y solo fui consciente de mi rumbo una vez montada en el avión. No podía creerlo, estaba volando a París, por fin todas esas imágenes que habían circulado por mi imaginación como un carrusel tomarían forma.
Era diciembre y aún recuerdo el frío helador y húmedo de París que calaba hasta los huesos. Aún así y a pesar de haber llegado de noche, nos echamos a la calle para descubrir el barrio de Montmartre, sentarnos en uno de sus restaurantes y avistar desde la colina de la Basílica de Sacre Coeur las luces de la ciudad. Un paseo a orillas del Sena con la majestuosa Notre Dam frente a nosotros y rememorar la trágica historia del film Los amantes del pont neuf en el puente del mismo nombre, cerraron mi primera noche, mi primer contacto con la ciudad.
Al día siguiente, nuestros pies echaban humo, no queríamos dejar ningún rincón por recorrer, ninguna sensación por experimentar, éramos como una esponja absorbiendo cada momento, cada instante como si fuera único e irrepetible. La cúpula del Sacre Coeur nos ofreció la primera panorámica de París de día; el barrio Latino, ya en aquel entonces una especie de Disneyland del turismo fue nuestro siguiente destino; el Louvre; las gárgolas de Notre Dam;  la Tour Effiel y sus vistas desde los jardines del Trocadero comenzaban a dar forma al París imaginado.
 
El Arco del Triunfo y la postal de los Campos Elíseos desde sus alturas completaban una jornada intensa, pero aún inacabada porque lo mejor estaba por llegar. Recorrimos de noche la avenida de los Campos Elíseos con el frío metido en la piel y yo me preguntaba por qué, nunca me interesaron las tiendas de marca ni los barrios comerciales de clase alta y lo más irónico es que a mi acompañante tampoco. Así que no encontraba explicación a su empeño por pasear una y otra vez por las mismas calles hasta que supe la razón de su insistencia.
En mi primer viaje a París no faltaron tampoco la visita al barrio árabe, años más tarde convertido en el escenario del enfrentamiento entre inmigrantes y policía, pero en aquella época un barrio multicolor y lleno de acentos y sabores de otras tierras. Los jardines de Luxemburgo y las Tullerías, los Inválidos, el Puente de Alejandro III, la Plaza de la Concordia, la Torre de Montparnasse desde donde oteamos la ciudad al completo y tantos otros lugares quedaron grabados en mi retina.
 
 
 
 
Cómo llegar

Avión

 

*Aeropuerto de Gaulle - Roissy CDG, a 26 km al noroeste de París. Es el principal aeropuerto de Francia y uno de los más importantes de Europa.

www.paris-lifestyle.es

 

Para llegar desde el aeropuerto hasta París centro:

-En taxi:

50€ aprox.

 

-En autobús:

Roissy Bus: tiempo estimado hasta la Plaza de la Ópera 50 minutos. Salida desde las terminales 1, 2A, 2C, 2E, 2F y 3.

Precio: 10 €

 

Línea 2 con destino a la plaza Charles-de-Gaulle Etoile: tiempo estimado 50 minutos. Salida desde las terminales 1, 2A, 2D, 2E, 2F y 3.

 

Linea 4 con destino a Montparnasse: tiempo de trayecto 50 minutos. Desde las terminales 1, 2A, 2C, 2D, 2E, y 2F

 

-En tren:

Línea Regional RER líne B con destino Châtelet-les Halles: conecta el aeropuerto con el centro de París.

Tiempo de trayecto: 30 minutos.

www.transilien.com

 

*Aeropuerto París-Orly:

-En taxi: 35 € aprox.

 

-En autobús:

Orlybus: Place Denfert-Rochereau (delante de la estación de RER)

Tiempo aproximado 30 minutos.

Precio: 7,20€

 

Línea 1: a  Montparnasse, Invalides y Place de l´Etoile.

 

-En tren:

RER B+Orlyval: con salida desde Châtelet-les Halles. 25 minutos de trayecto.

RER C+ autobús París, desde Gare D´Austerlitz.

 

Autobús

 

*Gare Routière Internationale de Paris-Gallien: a 20 minutos en metro del centro de la ciudad (Línea 3).

Autobuses con conexiones a toda Europa, entre ellas a España.

 

 

Tren

 

*Gare de Lyon: es la tercera estación más grande de la capital. Conecta con el centro y sudeste de Francia y destinos internacionales como Suiza, Italia y España vía Montpellier.

Las líneas 1 y 14 de metro llevan hasta el centro de París.

 

*Gare du Nord: la principal estación del país y una de las más grandes del mundo. Utilizada por miles de pasajeros tanto para destinos nacionales como internacionales (Alemania, Reino Unido, Países Bajos...)

Las líneas de metro 2, 4 y 5 y las líneas de RER B, D y E conectan con París centro.

 

*Gare de l´Est: trenes procedentes del este de Francia y de Europa (sur de Alemania, Suiza, Austria...)

Las líneas de metro 4, 5 y 7 llevan hasta París.

 

*Gare d´Austerlitz: trenes procedentes del centro de Francia y tren nocturno a NIza y España.

Las líneas 5 y 10 y la C del RER conectan con París centro.

 

*Gare Montparnasse: Trenes hacia el centro y sudoeste de Francia y el noroeste de España.

Las líneas 4, 6, 12 y 13 conectan con el centro de la ciudad.

 

 

 

Llegada la hora nos detuvimos frente al Théâtre des Champs Elysées y allí estaba la explicación de todo y el verdadero por qué de mi primera visita a París. Boquiabierta y en cierta parte desilusionada, porque aún no sabía lo que estaba por llegar, contemplé el cartel de la bailaora Sara Baras. ¡Estaba allí, actuaba en el teatro y yo no lo sabía, qué coincidencia! Al girarme para decirle a mi acompañante “qué pena, de haberlo sabido podríamos haber venido a verla” vi su mano extendida y en ella un sobre blanco. Empecé a temblar, no podía creerlo. Al abrir el sobre no pude evitar que las lágrimas rodaran por mi rostro, de repente todo el cansancio desapareció de mi cuerpo para dar paso a la euforia, ¡dos entradas en el patio de butacas, en la segunda fila!
El interior del Teatro de los Campos Elíseos es en sí mismo una invitación a los sentidos. Recuerdo aquel día como si fuera hoy, las entradas estaban prácticamente agotadas y las butacas ocupadas por parisinos elegantemente vestidos, lo que hacía desentonar aún más nuestra vestimenta más propia de la montaña que de una cita con las bambalinas. Pero, allí estábamos y lo demás no importaba nada.
 
A nuestros gritos de “guapa” se sumaron las filas colindantes que sin saber muy bien lo que esa palabra significaba se unieron a la ovación, proviniendo de una pareja de españoles entendieron que debía ser algo bueno para la bailaora. Ver a Sara Baras en cualquiera de sus espectáculos es una suerte, pero verla además en el Théâtre des Champs Elysées es sencillamente un privilegio.
Las ocasiones siguientes en las que me encontré con París, lo hice de una forma más pausada, saboreando cada uno de los momentos y cómo no rememorando los lugares vistos por primera vez. Como base de operaciones siempre Montmartre, quizá uno de mis barrios preferidos en París y los alojamientos de www.all-paris-apartments.com cerca de Sacre Coeur, tal vez porque me gusta experimentar esa sensación de que vivo en París y no soy una simple visitante.
 
Un café en uno de sus muchos restaurantes o bares, una cena a bordo de alguno de los bateaux a orillas del Sena, los paseos por sus calles y barrios y los cientos de atardeceres vistos sobre los tejados de París me acompañan siempre en mi recuerdo sobre la capital francesa junto con la certeza de que por muchas que veces que vuelva siempre tendré ganas de ir a París.
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